Una Lamentable Confusión

| domingo, 9 de noviembre de 2008

(música de fondo para este post: Cuesta Abajo, de y por Carlos Gardel)

Un hombre lleva una vida, digamos, normal. Tiene su trabajo, sus amigos, sus obsesiones. Nada del otro mundo. No la pasa tan mal después de todo. Ha sabido habituarse a las trampas de la rutina, al frío que detesta, a las milanesas de soja. Como a todos, de tanto en tanto, un soplo de insatisfacción le borra las sonrisas que supo conseguir (no sin esfuerzo, claro). A veces quiere llorar, pero no le sale. No sabe por qué (por qué quiere llorar, por qué no le sale). Un día cualquiera se despierta, y se da cuenta de que todo el sistema de creencias y valores con los que ha vivido hasta ahora son una distorsión de la realidad, un peso que lo ha dejado, indefenso, en un lugar que, si tuviera un nombre, sería parecido a soledad.

1 comentarios:

{ Horacio } at: 19 de noviembre de 2008, 6:44 p.m. dijo...

Me gusto mucho este escrito...
Aunque breve, es muy conciso y me he sentido un poco identificado con el...

Un saludo... volveré...

 

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