Correspondencias

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| martes, 27 de octubre de 2009

(música de fondo para este post: "Please Mister Postman" por The Beatles)

En los últimos meses de su vida, acaso intuyendo el final y acosado por la culpa, el célebre músico finés Walter Bhrön intentó recomponer su relación con su antigua prometida Lisa Ackerman, a quien había abandonado el día anterior a su boda, escapando con una bailarina de la Opera de Helsinki. Insistente, Walter le envió a Lisa más de 2000 cartas, ninguna de las cuales recibió contestación. Los biógrafos de Bhrön no se ponen de acuerdo; mientras algunos afirman que Lisa recibió y tiró a la basura todos y cada uno de los mensajes enviados por el músico, otros sostienen que esto es más bien imposible, entre otras cosas porque Lisa llevaba muerta ya dos años al momento del envío de la primera misiva. Veamos que tiene para decir Erick Frauln, amigo y confidente del gran maestro: "Aaaaaah, las cartas... hubiera empezado por ahí... en verdad, Walter no tenía ni idea de donde se encontraba Lisa para esa época, de modo que las primeras fueron enviadas al domicilio de la vieja casa de los Ackerman. Desalentado por la falta de respuestas, con la astucia que lo caracterizaba el maestro supuso que Lisa ya no vivía ahí, por lo que, ignorante de su paradero como era, empezó a enviarlas a cualquier dirección, al principio con la ingenua esperanza de que alguna llegara a manos de su querida, al final más por joder que por otra cosa..." Años más tarde, coleccionistas y admiradores de Bhrön lograron recuperar algunas de estas misivas, que se encontraban en manos de campesinos de la Manchuria, modistas de la Italia Meridional, y cosecheros de naranjas de la provincia de Corrientes, en Argentina. Sobre el particular, el director del museo Bhrön, Conrad Anush, confesó: "tuvimos suerte de que esta gente haya adherido a la costumbre de guardar cualquier porquería..."
 

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