Facundo

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| sábado, 9 de agosto de 2014
(música de fondo para este post: "La Lorohuaseña", por Jorge Cafrune).

Es inagotable el repertorio de anécdotas de que está llena la memoria de los pueblos con respecto a Quiroga; sus dichos, sus expedientes, tienen un sello de originalidad que le daban ciertos visos orientales, cierta tintura de sabiduría salomónica en el concepto de la plebe. 
Entre los individuos que formaban una compañia habíase robado un objeto, y todas las diligencias practicadas para descubrir al ladrón habían sido infructuosas. Quiroga forma la tropa, hace cortar tantas varitas de igual tamaño como soldados había, hace enseguida que se distribuyan a cada uno, y luego con voz segura dice: " Aquel cuya varita amanezca mañana más grande que las demás, ése es el ladrón". Al día siguinete fórmase  de nuevo la tropa, y Quiroga procede a la verificación y comparación de las varitas. Un soldado hay, empero, cuya vara aparece más corta que las otras. "Miserable!-le grita Facundo con voz aterrante- tú eres!" Y en efecto, él era (...); el crédulo gaucho, temiendo que, efectivamente, creciese su varita, le había cortado un pedazo(...)
Estaba otra vez un gaucho respondiendo a los cargos que le hacían por un robo: Facundo le interrumpe diciendo: "Ya este pícaro está mintiendo; ¡a ver .. cien azotes!". Cuando el reo hubo salido, Quiroga dijo a alguno que se hallaba presente: "Vea patrón; cuando un gaucho al hablar esté haciendo marcas con el pie, es señal que está mintiendo". Con los azotes el gaucho contó la historia como debía de ser, esto es, que se había robado una yunta de bueyes.

Domingo Faustino Sarmiento, "Facundo"
 

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