Culpar a las Víctimas

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| jueves, 19 de mayo de 2016
(música de fondo para este post: "Baile de los Pobres", por Calle 13)

Todos conocemos esos juicios, que no son sólo palabras en una charla de café: al parecer, los desempleados "abusan" de los derechos sociales, los pobres son "casos sociales", los jóvenes de los suburbios "prefieren" los tráficos ilícitos al trabajo, los migrantes "malversan" las prestaciones sociales, etc. En resumen, las víctimas  de las mayores desigualdades merecen su suerte y no son verdaderas víctimas, a pesar de que esas grandes desigualdades chocan con nuestros principios. Toda vez que esas víctimas estén un tanto alejadas en lo social y provengan geográficamente de otra parte, el sentimiento de solidaridad se extingue frente al rigor de la sospecha meritocrática.
La crítica social realizada en nombre de la igualdad tropieza con la crítica social del mérito, según la cual las víctimas de las desigualdades más flagrantes  son presuntamente  responsables de su suerte. Desde la década de 1970 las investigaciones nacionales e internacionales indican que el porcentaje de quienes explican la pobreza por las conductas y la cultura de los pobres no deja de aumentar. La tendencia a culpar a las víctimas se consolida: las encuestas muestran que muchos ciudadanos no desean pagar por aquellos que, a su juicio, no lo merecen (...)
Esta economía moral se despliega en toda la sociedad. No imaginemos que las clases populares son indulgentes respecto de quienes están situados debajo de ellas. La economía moral del mérito siempre termina por culpar a las víctimas y por designar los "casos sociales" y a los "inmigrantes" como aprovechadores. De víctimas, estos pasan a ser chivos expiatorios.

Francois Dubet, "¿Por Qué Preferimos la Desigualdad? (aunque digamos lo contrario)"
 

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