Dios

| domingo, 9 de agosto de 2009

(música de fondo para este post: "Tormenta" De Enrique S. Discépolo, por Rubén Juárez)

Aullando entre relámpagos, perdido en la tormenta de mi noche interminable, Dios, busco tu nombre. No quiero que tu rayo me enceguezca entre el horror, porque preciso luz para seguir. Lo que aprendí de tu mano no sirve para vivir... Yo siento que mi fe se tambalea, que la gente mala vive, Dios, mejor que yo.
Si la vida es el infierno y el honrado vive entre lágrimas... ¿cuál es el bien? El que lucha en nombre tuyo, limpio, puro... ¿para qué?
Si hoy la infamia da el sendero y el amor mata en tu nombre, Dios, lo que has besado, el seguirte es dar ventaja y el amarte, sucumbir al mal.
No quiero abandonarte, yo, demuestra una vez sola que el traidor no vive impune, Dios, para besarte. Enséñame una flor que haya nacido del esfuerzo de seguirte, Dios, para no odiar al mundo que me desprecia, porque no aprendo a robar... Y entonces de rodillas, hecho sangre en los guijarros, moriré con vos, feliz, Señor!

Enrique Santos Discépolo

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