Cambio Simétrico (Un Disco)

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| jueves, 27 de noviembre de 2008

(música de fondo para este post: "Spiralling" por Keane)

Los Keane se tiran a la pileta en "Perfect Symmetry", su tercer disco de estudios, y eligen ir al frente con un sonido más crudo, más acelerado, más electrónico, por momentos bailable. Las letras, sin embargo, siguen siendo tan bellamente desencantadoras como siempre. Cambiar tiene sus riesgos, no hay aquí canciones tan lindas como "Bedshaped" o "Bad Dreams", pero la actitud de Keane es la mejor, y los muchachos salen bien parados, como podrán apreciar si acercan sus oídos a "Spiralling", "Lovers are Losing" o "Perfect Symmetry".
Buenas Noches..

Keane - Perfect Symmetry
Grabado en Londres, París y Berlín
Editado el 13 de Octubre de 2008
Producido por Stuart Price y Jon Brion

Músicos
Tom Chaplin – voces, etc.
Richard Hughes – batería, etc.
Tim Rice-Oxley – piano, etc.

Tracks
1 - Spiralling
2 - The Lovers Are Losing
3 - Better Than This
4 - You Haven't Told Me Anything
5 - Perfect Symmetry
6 - You Don't See Me
7 - Again And Again
8 - Playing Along
9 - Pretend That You're Alone
10 -Black Burning Heart
11 -Love Is The End

La Familia

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| lunes, 17 de noviembre de 2008

(música de fondo para este post: Mother, por Pink Floyd)

En cualquier parte donde nos encontremos, a toda hora del día o de la noche, ¡miembros de la familia! Parientes más o menos lejanos, pero con una ascendencia idéntica a la nuestra.
¿Cualquier gato se asoma a la ventana y se lame las nalgas?... ¡Los mismos ojos de tía Carolina! ¿El caballo de un carro resbala sobre el asfalto?... ¡Los dientes un poco amarillentos de mi abuelo José María!
¡Lindo programa el de encontrar parientes a cada paso! ¡El de ser un tío a quien lo toman por primo a cada instante!
Y lo peor, es que los vínculos de consanguinidad no se detienen en la escala zoológica. La certidumbre del origen común de las especies fortalece tanto nuestra memoria, que el límite de los reinos desaparece y nos sentimos tan cerca de los herbívoros como de los cristalizados o de los farináceos. Siete, setenta o setecientas generaciones terminan por parecernos lo mismo, y (aunque las apariencias sean distintas) nos damos cuenta de que tenemos tanto de camello, como de zanahoria.
Después de galopar nueve leguas de pampa, nos sentamos ante la humareda del puchero. Tres bocados... y el esófago se nos anuda. Hará un período geológico; este zapallo, ¿no sería un hijo de nuestro papá? Los garbanzos tienen un gustito a paraíso, ¡pero si resultara que estamos devorando a nuestros propios hermanos! A medida que nuestra existencia se confunde con la existencia de cuanto nos rodea, se intensifica más el terror de perjudicar a algún miembro de la familia. Poco a poco, la vida se transforma en un continuo sobresalto. Los remordimientos que nos corroen la conciencia, llegan a entorpecer las funciones más impostergables del cuerpo y del espíritu. Antes de mover un brazo, de estirar una pierna, pensamos en las consecuencias que ese gesto puede tener, para toda la parentela. Cada día que pasa nos es más difícil alimentarnos, nos es más difícil respirar, hasta que llega un momento en que no hay otra escapatoria que la de optar, y resignarnos a cometer todos los incestos, todos los asesinatos, todas las crueldades, o ser, simple y humildemente, una víctima de la familia.


(Oliverio Girondo)

Una Lamentable Confusión

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| domingo, 9 de noviembre de 2008

(música de fondo para este post: Cuesta Abajo, de y por Carlos Gardel)

Un hombre lleva una vida, digamos, normal. Tiene su trabajo, sus amigos, sus obsesiones. Nada del otro mundo. No la pasa tan mal después de todo. Ha sabido habituarse a las trampas de la rutina, al frío que detesta, a las milanesas de soja. Como a todos, de tanto en tanto, un soplo de insatisfacción le borra las sonrisas que supo conseguir (no sin esfuerzo, claro). A veces quiere llorar, pero no le sale. No sabe por qué (por qué quiere llorar, por qué no le sale). Un día cualquiera se despierta, y se da cuenta de que todo el sistema de creencias y valores con los que ha vivido hasta ahora son una distorsión de la realidad, un peso que lo ha dejado, indefenso, en un lugar que, si tuviera un nombre, sería parecido a soledad.
 

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