Habla El Príncipe de Dinamarca (II)

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| jueves, 29 de noviembre de 2012

(música de fondo para este post: "Hermana Duda", por Jorge Drexler)

Porque ¿Quién soportaría los azotes y los insultos del mundo, los abusos del opresor, las afrentas del soberbio, los tormentos de un amor desairado, la dilación de la justicia, la insolencia del poder y los desprecios que el paciente mérito recibe del indigno, cuando uno mismo podría encontrar la paz en la hoja desnuda de una daga? ¿Quién querría soportar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso agotador de la vida, si no fuera por el temor de algo después de la muerte - esa ignorada región cuyos confines no vuelve a atravesar ningún viajero -  temor que confunde a la voluntad y nos induce a soportar los males que nos afligen antes que a volar hacia otros que desconocemos? De esta manera, la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes; y así, el tinte natural de la resolución empalidece en contacto con el pensamiento, y empresas de alto vuelo e importancia, por esta contemplación, tuercen su curso y pierden su caracter de acción...

William Shakespeare, "Hamlet"

Habla El Príncipe de Dinamarca (I)

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| jueves, 22 de noviembre de 2012
(música de fondo para este post: "Felicidades", por Cuentos Borgeanos)

Ser o no ser: esa es la cuestión. ¿Qué enaltece más al espíritu: tolerar los golpes y dardos de la injuriosa fortuna, o alzarse contra un mar de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? 
Morir..., dormir,... nada más. Y suponer que con un sueño podemos poner fin al dolor en el corazón y a las mil conmociones naturales que la carne ha heredado... Este sería un final para anhelar devotamente. Morir..., dormir...Dormir!... Tal vez soñar...


William Shakespeare, "Hamlet"

H.O.

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| martes, 13 de noviembre de 2012
(música de fondo para este post: "Dejaré que el tiempo me alcance", por Daniel Melero)

En cierta calle hay cierta firme puerta
con su timbre y su número preciso
y un sabor a perdido paraíso,
que en los atardeceres no está abierta
a mi paso. Cumplida la jornada,
una esperada voz me esperaría
en la disgregación de cada día
y en la paz de la noche enamorada.
Esas cosas no son. Otra es mi suerte:
Las vagas horas, la memoria impura,
el abuso de la literatura
y en el confín la no gustada muerte.
Sólo esa piedra quiero. Sólo pido
las dos abstractas fechas y el olvido.


Jorge Luis Borges, "La Cifra"

Desencantos

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| miércoles, 7 de noviembre de 2012
(música de fondo para este post: "Desencanto", por Jorge Vidal)

En fin, como le venía diciendo, usted apostó y perdió.
No vio, no quiso ver lo que tenía delante de sus ojos, así que ahora se va tener que joder.
Pero como dentro de todo me cae simpático, le voy a dar una par de consejos, más que nada para que trate de evitar ensartarse de nuevo.
Primero,sepa que en estos lugares no se ayuda a nadie. Si alguna vez llegamos aquí para eso, ya lo hemos olvidado, enfrascados como estamos en disputas estériles, obcecaciones de toda índole, contradicciones varias, rencores insospechados y otras yerbas. Es decir que, como mucho, usted aquí es un burócrata con buenas intenciones.
Segundo, lo que usted piense o deje de pensar es un obstáculo: a nadie le interesa; y en cualquier caso le dificulta el trámite de hacer lo que más le conviene; lo mejor, creáme, es hacerse el distraído y seguir progresando.
Tercero, le dije un par así que deje de romper las pelotas y hágase humo!
El niño eterno se fue en silencio, solo.
 

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