Pa' no pensar...

| domingo, 10 de mayo de 2009

(Música de fondo para este post: "Esta noche me emborracho", de Discépolo, por Carlos Gardel)

En otro tango, “Esta noche me emborracho”, Discépolo, que es un gran filósofo existencial, cuando ve salir a la que fue su amor de un cabaret, dice una frase maravillosa, digna de Góngora: “fiera venganza la del tiempo”, dice cuando ve el bagallo. Claro, no sabemos como está él, porque éste ve a su mujer y dice “qué bagallo, qué horror, y pensar que hace diez años fue mi locura”, pero por ahí la mina lo mira a él y está pensando lo mismo (…) ¿Qué ve él en ella? Ve el paso del tiempo: “y pensar que hace diez años fue mi locura” y hoy es un horror, fiera venganza la del tiempo. ¿Y cuál es la venganza del tiempo? Que nos mata de a poco, por eso esta mujer está más fea que hace diez años, porque sencillamente, y perdón por esta cosa horrible que voy a decir, hoy se parece más al cadáver que va a ser que hace diez años. Y esto es progresivo, nosotros mañana nos vamos a parecer más al cadáver que vamos a ser que hoy, porque el tiempo es así, el tiempo deviene y nos mata.
(…) El tipo del tango de Discépolo, cuando dice “fiera venganza la del tiempo”, lo está pensando a partir de sí mismo. Fiera venganza la del tiempo ¿se estará vengando así de mí también? Si yo la veo a ella tan deteriorada ¿cómo estaré yo? Eso no puede evitar preguntarse. Entonces el tango, recuerden como termina, es absolutamente genial: “este encuentro me ha hecho tanto mal, que si lo pienso bien termino envenenao”. Este encuentro me ha hecho tanto mal, que si lo pienso bien… o sea, mejor no lo pienso bien. O sea, ojo, la filosofía, que es pensar bien, te envenena (…) entonces, ¿de qué se trata? De no pensarlo bien. Por eso el tango termina también gloriosamente: “esta noche me emborracho bien, me mamo bien mamao pa’ no pensar!”. Ustedes observen la densidad filosófica de este tango de Discépolo: “pa’ no pensar”. El terror a pensar, porque acaba de descubrir en el ser que alguna vez amó la presencia del paso del tiempo y se da cuenta que el paso del tiempo mata. Entonces ahí es donde advertimos que morimos, en el pasaje del tiempo que vemos en los otros y que trasladamos auténticamente a nosotros, cuando nos atrevemos. Este tipo no se atreve, sabe que, si traslada ese conocimiento a sí, se envenena, y entonces se emborracha bien pa’ no pensar.


José Pablo Feinmann, "¿Qué es la filosofía?"

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